está escrita la destrucción del mundo.
Todas las profecías cuentan
que el hombre creará su propia destrucción.
Pero los siglos y la vida
que siempre se renueva
engendraron también una generación
de amadores y soñadores;
hombres y mujeres que no soñaron
con la destrucción del mundo,
sino con la construcción del mundo
de las mariposas y los ruiseñores.
Desde pequeños venían marcados por el amor.
detrás de su apariencia cotidiana
guardaban la ternura y el sol de medianoche.
Las madres los encontraban llorando
por un pájaro muerto
y más tarde también los encontraron a muchos
muertos como pájaros.
Estos seres cohabitaron con mujeres traslúcidas
y las dejaron preñadas de miel y de hijos verdecidos
por un invierno de caricias.
Así fue como proliferaron en el mundo los portadores sueños,
atacados ferozmente por los portadores de profecías
habladoras de catástrofes.
Los llamaron ilusos, románticos, pensadores de utopías
dijeron que sus palabras eran viejas
y, en efecto, lo eran porque la memoria del paraíso
es antigua al corazón del hombre.
Los acumuladores de riquezas les temían
lanzaban sus ejércitos contra ellos,
pero los portadores de sueños todas las noches
hacían el amor
y seguía brotando su semilla del vientre de ellas
que no sólo portaban sueños sino que los
multiplicaban y los hacían correr y hablar.
De esta forma el mundo engendró de nuevo su vida
como también había engendrado
a los que inventaron la manera
de apagar el sol.
Los portadores de sueños sobrevivieron a los
climas gélidos pero en los climas cálidos casi parecían brotar por
generación espontánea.
Quizá las palmeras, los cielos azules, las lluvias
torrenciales tuvieron algo que ver con esto,
la verdad es que como laboriosas hormiguitas
estos especimenes no dejaban de soñar y de construir
hermosos mundos,
mundos de hermanos, de hombres y mujeres que se
llamaban compañeros,
que se enseñaban unos a otros a leer, se consolaban
en las muertes,
se curaban y cuidaban entre ellos, se querían, se
ayudaban en el
arte de querer y en la defensa de la felicidad.
Eran felices en su mundo de azúcar y de viento,
de todas partes venían a impregnarse de su aliento,
de sus claras miradas,
hacia todas partes salían los que habían conocido
portando sueños soñando con profecías nuevas
que hablaban de tiempos de mariposas y ruiseñores
y de que el mundo no tendría que terminar en la
hecatombe.
Por el contrario, los científicos diseñarían
puentes, jardines, juguetes sorprendentes
para hacer más gozosa la felicidad del hombre.
Son peligrosos - imprimían las grandes rotativas
Son peligrosos - decían los presidentes en sus discursos
Son peligrosos - murmuraban los artífices de la guerra.
Hay que destruirlos - imprimían las grandes rotativas
Hay que destruirlos - decían los presidentes en sus discursos
Hay que destruirlos - murmuraban los artífices de la guerra.
Los portadores de sueños conocían su poder
por eso no se extrañaban
también sabían que la vida los había engendrado
para protegerse de la muerte que anuncian las
profecías y por eso defendían su vida aun con la muerte.
Por eso cultivaban jardines de sueños
y los exportaban con grandes lazos de colores.
Los profetas de la oscuridad se pasaban noches y días enteros
vigilando los pasajes y los caminos
buscando estos peligrosos cargamentos
que nunca lograban atrapar
porque el que no tiene ojos para soñar
no ve los sueños ni de día, ni de noche.
Y en el mundo se ha desatado un gran tráfico de
sueños que no pueden detener los traficantes de la muerte;
por doquier hay paquetes con grandes lazos
que sólo esta nueva raza de hombres puede ver
la semilla de estos sueños no se puede detectar
porque va envuelta en rojos corazones
en amplios vestidos de maternidad
donde piesecitos soñadores alborotan los vientres
que los albergan.
Dicen que la tierra después de parirlos
desencadenó un cielo de arcoiris
y sopló de fecundidad las raíces de los árboles.
Nosotros sólo sabemos que los hemos visto
sabemos que la vida los engendró
para protegerse de la muerte que anuncian las
profecías.
Tradução de Celso Japiassu:
Em todas as profecias
está prevista a destruição do mundo.
Todas as profecias dizem
que o homem criará sua própria destruição.
Porem os séculos e a vida que sempre se renovam
criariam também uma geração de amantes
e sonhadores;
homens e mulheres que não sonharam com a
destruição do mundo,
e sim com a construção do mundo das mariposas
e dos rouxinóis.
Desde pequeninos vinham marcados pelo amor.
Por trás de sua aparência cotidiana
guardavam a ternura e o sol da meia-noite.
Suas mães os encontraram chorando
por um pássaro morto
e mais tarde muitos foram encontrados
mortos como pássaros.
Estes seres coabitaram com mulheres translúcidas
e elas ficaram prenhes de mel e de filhos reverdecidos
por um inverno de carícias.
Foi assim que proliferaram no mundo os portadores
de sonhos,
atacados ferozmente pelos portadores de profecias
que falavam
de catástrofes.
Foram chamados iludidos, românticos, pensadores de
utopias,
disseram que suas palavras eram velhas
- e de fato eram porque a memória do paraíso
é antiga
no coração do homem -
os acumuladores de riquezas os temiam
e lançavam seus exércitos contra eles,
mas os portadores de sonhos faziam amor
todas as noites
e do seu ventre brotava a semente
que não somente portava sonhos mas que os
multiplicavam
e os fazia correr e falar.
E assim o mundo criou de novo a sua vida
da mesma forma que havia criado os que inventaram
a maneira
de apagar o sol.
Os portadores de sonhos sobreviveram aos
climas gélidos
e nos climas quentes pareciam brotar por
geração espontânea.
Quem sabe as palmeiras, os céus azuis, as chuvas
torrenciais
tiveram a ver com isso,
a verdade é que, como formiguinhas operárias
estes espécimes não deixavam de sonhar e construir
mundos formosos,
mundo de irmãos, de homens e mulheres que se
chamavam companheiros,
que se ensinavam a ler uns aos outros, consolavam-se
diante da morte,
se curavam e se cuidavam entre si,
se ajudavam
na arte de querer e na defesa da felicidade.
Eram felizes em seu mundo de açúcar e de vento
e de todas as partes vinha gente impregnar-se de alento
e de suas claras percepções
e de lá partiam os que os haviam
conhecido
portando sonhos,
sonhando com novas profecias
que falavam de tempos de mariposas e rouxinóis,
onde o mundo não haveria de findar na
hecatombe
mas onde os cientistas desenhariam
fontes, jardins, brinquedos surpreendentes
para fazer mais gostosa a felicidade do homem.
São perigosos - imprimiam as grandes rotativas
São perigosos - diziam os presidentes em seus discursos
São perigosos - murmuravam os artífices da guerra
Devem ser destruídos - imprimiam as grandes rotativas
Devem ser destruídos - diziam os presidentes em seus discursos
Devem ser destruídos - murmuravam os artífices da guerra.
Os portadores de sonhos conheciam seu poder
e por isso nada achavam de estranho
E sabiam também que a vida os havia criado
para proteger-se da morte que as profecias
anunciam
E por isso defendiam sua vida até a morte
E por isso cultivavam os jardins de sonhos
e os exportavam com grandes laços coloridos
e os profetas obscuros passavam noites
e dias inteiros
vigiando as passagens e os caminhos
procurando essas cargas perigosas
que nunca conseguiram encontrar
porque quem não tem olhos para sonhar
não enxerga os sonhos nem de dia, nem de noite.
E no mundo sucedeu um grande tráfico
de sonhos
que os traficantes da morte não podiam estancar;
em todas as partes há pacotes com laços de fita
que só esta nova raça de homens pode ver
e a semente destes sonhos não se pode detectar
porque está envolta em corações vermelhos
ou em amplos vestidos de maternidade
onde pezinhos sonhadores sapateiam nos ventres
que os carregam.
Dizem que a terra depois de os haver parido
desencadeou um céu de arco-íris
e soprou de fecundidade as raízes das árvores.
Nós sabemos que os vimos
Sabemos que a vida os criou
para proteger-se da morte que as profecias
anunciam.
(Ilustração: Mais Mkhitaryan)
Maravilhoso, parabéns também pela tradução .
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